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Introducción
Originada hace miles de años en las religiones y tradiciones espirituales antiguas, la práctica de la meditación ha demostrado tener grandes beneficios sobre la salud. Actualmente, es utilizada en el campo de la medicina alternativa, ya que las bondades que la meditación tiene sobre nuestros cuerpos son muchas.

Mayor calma
Uno de los beneficios más rápidos que puede notar quien practica la meditación es un estado general de mayor calma. Al respirar tranquilamente y alejarte –aunque sea por un rato– de las preocupaciones de tu vida cotidiana, podrás notar una mayor tranquilidad y la sensación de estar en armonía con el mundo circundante. La meditación es un excelente método para reducir el estrés y los males asociados con él.

Cuerpo relajado

De la mano del estado mental de calma, llegan los beneficios para el cuerpo: al comenzar a meditar podrás notar que tu cuerpo se encuentra más relajado. La sensación de paz interior se reflejará en un físico, y podrás llegar a sentir que desaparecen las contracturas causadas por la tensión física y por las malas posturas.

Equilibrio fisiológico

Los estudios han demostrado que la meditación trae aparejados beneficios menos evidentes y más profundos: cambios que tienen lugar en el interior de nuestros cuerpos y de nuestra psique. Uno de ellos es el equilibrio de las funciones fisiológicas del organismo, lo que puede ayudar a prevenir enfermedades y aportar una mejor calidad de vida.

Reducción de la hipertensión


Otra de las bondades que se ha demostrado que la meditación tiene sobre la salud es la reducción de la tensión arterial alta. Es por eso que esta práctica puede utilizarse para beneficiar a pacientes con afecciones cardíacas y coronarias. Como consecuencia de esto, también se reduce la necesidad de uso de medicamento para dichas enfermedades.


Aumento de la creatividad
Los estudios también han demostrado que la meditación propicia el aumento de la creatividad. Al acallar la mente y ponernos en un estado general más relajado, las nuevas ideas y las soluciones surgen de forma más clara y espontánea, convirtiendo a esta práctica en una buena manera de prepararse para enfrentar problemas o la proverbial “hoja en blanco”.



Mejor memoria

Un estudio de la Universidad de Pensilvania demostró que durante la meditación se aumenta la irrigación sanguínea en el cerebro en áreas relacionadas con lo cognitivo y la memoria. La meditación no sólo ayuda a mejorar la memoria de jóvenes y adultos, sino que también colabora para prevenir enfermedades como el Alzheimer.


Menor ansiedad
Uno de los trastornos comunes de la actualidad es la ansiedad. La meditación ha probado ser una excelente manera de ayudar a reducirla. Al disminuir el estrés, la mente alcanza una mayor tranquilidad y calma, bajando los niveles de ansiedad. La meditación también ayuda de manera efectiva para reducir los problemas relacionados con el sueño y también con la alimentación, como los atracones generados por la ansiedad.


Mayor productividad
Al practicar la meditación, recuperamos el foco sobre nosotros mismos, volviéndonos paulatinamente más conscientes de cuáles son nuestras fortalezas, nuestros recursos y aquellas cualidades que podemos explotar aun más, lo que ayuda a fortalecer la autoestima. Llevado al entorno laboral, este autoconocimiento se traduce en una mayor claridad aplicada al trabajo, lo que redunda en una mayor productividad.

Mejora de la depresión
Los estudios también han demostrado que la meditación contribuye a reducir la depresión. Reduce los síntomas emocionales relacionados con enfermedades crónicas, ayuda a obtener nuevas perspectivas sobre situaciones estresantes y a enfocarse de manera positiva en el presente. Es por esto que es un muy recomendable remedio alternativo para aquellas personas que sufren depresión.

Alivio del dolor
La meditación se utiliza también para combatir el dolor físico. A través de la visualización y de las técnicas de respiración, podemos focalizarnos en la zona del cuerpo afectada y reducir el malestar. La visualización es muy útil, por ejemplo, en los partos naturales, en los que no se utilizan analgésicos.