grasas buenas y malas
La grasa es importante para las funciones del cuerpo por lo tanto debes consumir una cantidad de grasa todos los días.
Desgraciadamente cada vez que se nombra a la grasa las connotaciones son negativas. Pero en cualquier dieta saludable para adelgazar que se precie de tal son una parte esencial. Lo importante es saber que grasa son buenas y cuáles no lo son.
Por eso Isabel de los Ríos, reconocida nutricionista, autora del Programa Comer para Perder hace un análisis sobre las grasas que son buenas y las que son malas y cual deben estar en tu plan de alimentación.
Las grasas más dañinas son las hidrogenadas llamadas ácidos grasos trans (también llamados “grasas trans” o AGT), más comúnmente aparecen listadas en las etiquetas de comida como aceites hidrogenados o aceites parcialmente hidrogenados, y deben de ser evitados en tu dieta.
Las grasas trans pueden elevar los niveles de las lipoproteínas de baja densidad (LBD, comúnmente conocidas como “colesterol malo”) y puede provocar arterias taponadas, niveles de colesterol elevados, enfermedades del corazón, diabetes tipo 2, e incluso cáncer.
El cuerpo no tiene un uso específico para las grasas trans y por eso las almacena en las células adiposas y las arterias. Consumir grasas trans de hecho causa ansias por la grasa; estas ansias continúan hasta que el cuerpo recibe los ácidos grasos esenciales (AGE), es decir las buenas grasas que el cuerpo necesita.
Las grasas buenas se derivan de fuentes saludables de alimento. Las cantidades adecuadas de grasas ideales para tu tipo metabólico, que están presentes de manera natural en tu comida, que se usan para cocinar, o que son tomadas como suplementos, van a satisfacer tus necesidades de nutrición diarias y evitarán que te de hambre.
Ácidos Grasos Esenciales (AGE)
El cuerpo humano no puede sobrevivir sin algunas grasas, especialmente, los AGE. Los AGE son necesarios para el funcionamiento saludable de cada proceso corporal, incluyendo:
- la actividad del sistema nervioso y del cerebro,
- la regulación de hormonas,
- la función de los órganos y del sistema inmunológico,
- la función celular, y
- la digestión.
La proporción ideal entre las grasas Omega-3 y Omega-6 debe de estar entre 1:2 y 1:4.
Claramente, debemos hacer un esfuerzo consciente para reducir la cantidad de grasas Omega-6 e incrementar la cantidad de grasas Omega 3 que consumimos para regresar esa proporción al ideal.
Las grasas Omega 3 son vitales para el desarrollo y mantenimiento del cerebro y sistema nervioso del adulto.