Fuente; Hierbas medicinales
En épocas antiguas, los granos del trigo eran consumidos crudos. Más tarde, la costumbre comenzó a ser que se frieran o se hirvieran en agua en forma de tortas planas. Más recientemente, el trigo se convirtió en uno de los alimentos principales de la cultura occidental, y hoy en día es utilizado para preparar numerosos tipos de alimentos.

Existen numerosos tipos de trigo, pero el trigo blando es el más común, y es el utilizado principalmente en la cocción del pan.
Este cereal contiene importantes nutrientes, entre ellos, sales minerales, sodio, azufre, calcio, potasio, magnesio, manganeso, cloro, cobalto, zinc, silicio, cobre, yoduro, vitaminas A, B, E, K, D, y se fermenta. Por esta razón, el trigo puede bien ser considerado como la base para una buena nutrición.

Debido a estas grandes propiedades nutritivas, el trigo de maíz se suele recomendar en una buena dosis en casos de desmineralización, falta de crecimiento, anemia, raquitismo, astenia, tuberculosis, embarazo y lactancia. También puede llegar a ser recomendado en casos de esterilidad.
De hecho, el trigo germinado contiene más vitamina B que el trigo común; así, las semillas germinadas se pueden utilizar para tratar enfermedades gastrointestinales y cardiovasculares, y afecciones respiratorias y algunos trastornos hepáticos.
Para aquellos que quieran controlar su peso, el trigo también puede servir como un estabilizador del mismo (lo que no significa dar licencia para consumir cualquier tipo de panificación que se antoje).
Siguiendo la lista de sus excelentes propiedades, el trigo puede ayudar a combatir el colesterol debido a su contenido de ácidos grasos que ayudan a prevenir la formación de placa arterial.

La mejor forma de consumirlo es como infusión, en vez de buscarlo en los alimentos tradicionales que nos pueden sumar, a su vez, una buena cantidad de calorías indeseadas.